África, un continente

AFRICA, un continente. Una obra de Patricia Zangaro, dirigida por Alejandro Ullúa.







martes, 28 de junio de 2011

El precipicio de las almas, por Charly Zárate

CRITICA TEATRAL

"ÁFRICA...un continente
EL PRECIPICIO DE LAS ALMAS
Por Charly Zárate


Nada explica cómo una noche cualquiera cuatro sujetos atormentados se cruzan en lo alto de una urbana terraza y comienzan a discurrir sus historias y a penar sus desgracias. Mientras abajo un hombre negro moribundo se desangra ante la indiferencia de todos. Eso es: "África...un continente", creado por Patricia Zangaro. Cuatro conflictividades interiores, vulnerables, apocalípticas, tan diferentes entre sí pero conformando un sólo bloque frente a ese "otro" allí abajo que espera.
Una acertada dirección de Alejandro Ullúa ("Hipolito y Fedra", "Epicrisis" y "Hic et nunc", entre otras) quien realizó un trabajo preciso sobre estos personajes sin nombre ni prototipos mediocres, pero tan identificables como la madre suicida, la hija lesbiana, el mitómano francotirador y el pintor "asesino". Quienes tejen una trama con registro dramático y tintes de misterio e intriga. Todos trepan a la terraza con sus vidas a cuesta desdibujadas, transitan el abismo del dolor y al amanecer ya no son los mismos.
Se destaca estupendamente la labor actoral de Alejo Ortiz, quien a pesar de estar más asociado a éxitos televisivos como "Sol negro", "Ciega a citas" o "Botineras", entre tantas, realiza aquí su segundo notable trabajo en teatro, ya había sido dirigido por Ullúa en "Todos los judíos fuera de Europa". Ortiz personifica con tremendo carácter escénico a ese pintor trashumante que desgarra su ira y dolor, y lo transmite desde las vísceras con desmesurada emoción.
El elenco se completa con la indudable autoridad escénica de Stella Matute ("Babyboom en el paraíso", "Van Gogh", " El libro de almohada"), siempre soberbia y luciéndose en sus gestos y miradas. Así como también el muy buen rendimiento en sus interpretaciones de Verónica Hassan y Matías De Padova. Todos logran crear un ambiente creíble en el cual el espectador parece convertirse en un vecino voyeur que espía desde arriba toda la obra.
La puesta de carácter minimalista, sin ningún elemento escenográfico más que cuatro sillas en las cuales reposan los personajes sus angustias latentes antes del estallido en la terraza, encierra un simbolismo geométrico y geográfico para estructurar este drama. Hay una demarcación visual en el piso en forma de circulo dividido en cuatro sectores, para cuatro personajes, cuatro historias al borde del abismo que dejan a una quinta sin voz, sin identidad, sin ser más que un llanto moribundo entre medio de un sistema que lo aplasta. Eso es: "África...un continente", como un otro que sufre ante la indiferencia constante de las miserias egoístas del resto del mundo.

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